Uruguay también es Tragedia
Escrita por Santiago E. Artus
Reseña extraída del programa del proyecto «Medea del Olimar»:
“El espectáculo tiene como protagonista a una mujer: Medea del Olimar, cuya vivencia es una metáfora de muchas mujeres pobres en el campo, que cuenta su versión de los hechos. En esta historia basada en hechos reales, Percovich recurre a la tragedia Griega y utiliza los personajes del mito de Medea para narrar esta historia en voz femenina. Este proyecto busca reivindicar el lugar de la mujer a través del arte, proponer otra mirada y perspectiva de la problemática de la desigualdad de género y exclusión social”
Ficha técnica:
Dirección general: Fernanda Brena
Dramaturgia: Mariana Pervocich
Actuación: Micaela Artigas Villagrán
Diseño y realización de vestuario, escenografía y luces: Alexandra García
Ilustraciones de escenografía: Camila López
Elección musical y sonido: Fernanda Brena
Fotografía: Katiuska Gimeno
Diseño gráfico: Chiara Fraschini
Producción: Eugenia Rodríguez
El espacio escénico se comprime en un cubo de aristas metálicas, una mujer es presa de ese espacio frío que se ubica bajo una serie de objetos cotidianos y gastados, atrapados entre ramas, indicando también la ausencia de cielo, de libertad, o tal vez, ese verde bien podría ser un chircal, el suelo donde alguna vez hubo un hogar común que ahora se convirtió en un mundo al revés, que asfixia amenazando con aplastar a la protagonista.
Desde el momento uno la obra manifiesta una tensión y una energía que no caerá hasta que se termine este viaje de algo más de media hora. La actriz protagonista de este monólogo carga con esa responsabilidad de no dejar escapar un segundo la atención que se centra en su cuerpo y en ese espacio gastado y reducido, lo logra con total seguridad y un excelente manejo de los tiempos, acompañada eso si, por una iluminación sofisticada y artesanal, etérea, con tanta presencia que casi se siente como si en algún momento fuera a tomar cuerpo. Es destacable la dramaturgia visual que compone la iluminación y dirección para contarnos esta trágica historia. La escenografía, en especial ese cubo que solo se conecta en sus aristas metálicas y a través de una tela de fondo, vieja y sucia, hacen que la acción dramática se concentre y gane vigor, otorgándole a la actriz mayor presencia. Por otro lado, el uso de la música inyecta nuevas dosis de energía que ayudan a generar climas precisos y acompañan las transiciones, no dejando caer el ritmo y el tono de la obra, configurando un crescendo que suma al vértigo de la historia.
La economía de modestos recursos de los que se vale el espectáculo es formidable, el resultado estético que se tiene de la sumatoria de sus elementos creativos y técnicos, destacando también el código actoral encontrado, hacen de este monólogo un espectáculo avasallante.
A veces una obra cargada de tanto estímulo corre el riesgo de que el espectador se sienta un poco bombardeado o incomodado, extrañamente, esta es una excepción. Pocos, pero bien distribuidos y dosificados son los momentos de calma en que el espectador puede digerir la historia que tanto tiene de tragedia griega como de cruda realidad uruguaya. El lenguaje potente y nervioso en el que el público se ve envuelto está minado de violencia, locura, injusticia y abuso. Todo se hace carne en Medea, quien tanto tiene de víctima como de victimaria.
Este colectivo de mujeres pisa fuerte en un terreno inestable para el ámbito teatral, las dificultades con la que se encuentra el teatro hoy y la escasez de espacios habilitados para la realización del mismo, hacen de este tipo de espectáculos, un acontecimiento de genuino valor en un medio en el que el teatro representa cierta hostilidad. Y es que, el hecho teatral siempre nos exigirá encuentro, intercambio y escucha, condimentos que enriquecen nuestras vidas, pero que también ponen en tela de juicio las normas establecidas. El centro cultural Kavlin ha sabido oficiar de refugio para colectivos y artistas que atraviesan un momento de posibilidades cada vez más escasas.